Nuestros comienzos:

En el año 1993, el señor Ricardo Olivella quiso hacer realidad un sueño familiar: tener un Jardín de niños, para lo cual convocó a sus cuatro hijos con el propósito de alquilar una muy vieja casa frente a la suya, a la cual había que
reparar casi a nuevo para poder inaugurar. Un año llevó esa tarea trabajando de día y de noche, prácticamente sin
descansar. Las manos de los hijos, bastante hábiles, pero no tanto como las del padre, levantaron pisos, revocaron
paredes, rasquetearon puertas y pintaron el lugar.
Y pronto comenzaron a llegar los primeros alumnos dispuestos a probar la “Colonia de Verano” del Jardín, al
que se llamó “Jardín Bichito de Luz”.
Y así, entre piletas y juegos fueron creciendo en cantidad de niños y en personal hasta que, en el año 1995,
un poco por necesidad propia y otro poco a pedido de la comunidad barrial, decidieron incorporar el nivel primario
ya que la amplitud horaria, el ideal principal de no discriminación y el Educar para la Libertad, eran pilares fehacientes
de lo que sería al año entrante, el Instituto Gustavo Adolfo Bécquer.
Y ¿por qué ese nombre? Porque Bécquer siempre fue un soñador, que expresaba a través del arte, el sentir
de su alma apasionada. Se destacaba en el campo del dibujo, la música y la poesía. Su infancia fue muy importante ya
que es allí donde se empieza a gestar el futuro artístico de este poeta. Fue una persona sencilla y humilde, que se
trasladaba de una ciudad a otra en “busca de la libertad”. La exploración de sus habilidades y la posibilidad de
ponerlas en marcha, siempre fue estimulada por sus afectos. El apoyo de su familia y amigos hicieron posible el
desarrollo de sus intereses y la llegada a buen puerto de su obra. La más importante se inmortalizó bajo el título de
“Rimas”. Y este acopio de características, nos identificó de inmediato con este autor.
En el año 1996, se inauguró la primera promoción del Instituto.
Simultáneamente, comenzaron a gestionar un crédito bancario que les permitiera comprar una propiedad
que estaba enfrente de la incipiente escuela, pues ya se sentían con poco espacio para albergar a los 60 alumnos que
poseían en aquel entonces.
Y así fue como un día se hicieron propietarios de una casa algo más grande de la que alquilaban y a la que
también debían reciclar y adaptar a las necesidades que, como colegio, debían afrontar.
Mucho trabajo les esperaba a partir de entonces. A veces el cansancio salía al paso, pero siempre se
encontraba una mano amiga que obligaba a seguir; cuando no, el entusiasmo de los alumnos y los padres que
apoyaron el proyecto de manera incondicional.
El año 2002, los encontró con la alegría de despedir a la Primera Promoción, que ya había llegado a 7° grado.
Y a partir de aquí, el crecimiento de la escuela se vuelve una utopía, de esas que se alcanzan y van quedando en los
corazones de todos, para siempre…
Así nos encontramos hoy. Sorteando los obstáculos que la realidad nos impone y sosteniendo con el mismo
amor y las mismas ganas que hace más de 25, el camino que cada alumno y alumna realiza en nuestra escuela.
Los esperamos para que nos conozcan. ¡Sean bienvenidos!

Nuestro personal

Nuestro plantel docente se caracteriza por privilegiar la convivencia y la aceptación de las diferencias. Toman
ese punto de partida para lograr un ámbito agradable para la enseñanza y el aprendizaje. Los alumnos se sienten
escuchados, importan, ocupan un lugar visible para cada uno de ellos.
Las autoridades del colegio piensan que el hombre es un ser singular, abierto y autónomo, capaz de
perfeccionarse para alcanzar su proyecto personal de vida, el que será potenciado al máximo por la comunidad
educativa.
Porque se entiende que una educación de calidad (íntegra, coherente y eficaz) que desarrolle el juicio crítico y
se base en los principios de la libertad responsable, preparará al alumno y a la alumna para vivir en la sociedad
cumpliendo un rol activo.
También la educación basada en la solidaridad es una forma de estimular el compromiso personal y colectivo,
en la edificación de un mundo más humano y más justo.
El objetivo de toda educación genuina es el de humanizar y personalizar al hombre, orientándolo eficazmente
desde su nacimiento, mediante la enseñanza y el ejemplo que ha de encontrar en la escuela.

Porque de los cimientos que él creó, crecerán los hombres y mujeres buenos del mañana…
En memoria de Ricardo Olivella

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